DEMODÉ
Bruno Marcos
Por sms, por teléfono y, al fin, en persona cenando en la mazmorra la P. me pide que le cuente lo de mi vecina. Yo no sé de qué me habla pero, al tanto insistir, le digo directamente:
-Pero, ¿ a qué te refieres con lo de mi vecina?
-A lo del blog... lo de las bragas...
-Pero si ya está contado. Es eso, una cosa normal, de chiquillos. ¿Es que acaso vosotras no habéis enseñado las bragas a alguien de pequeñas?
-Pues yo nunca.
-Yo en la vida.
-Yo menos.
Hoy le sonsaco a ella y, al final, confiesa que vivió una cosa parecida de niña, cuando, de vacaciones en el campo, asistió a las repetidas peticiones que dos amiguitas suyas hacían a un tal andresín, mientras este les tiraba cerezas desde lo alto de una rama, para que les mostrase su incipiente miembro viril. El suceso es infinitamente peor puesto que, en el contado por mí, la pulsión exhibicionista surgía de la niña y esto otro constituía un acoso descarado. El tal andresín que, por lo visto, se andaba por las ramas era requerido para funciones didacticobiológicas sin –seguro- demasiado acaramelamiento por parte de las féminas, a quienes, debajo -pasando de las cerezas- a buen seguro se les iba poniendo cara de sádicas niñas del exorcista.
Resulta que, aparentemente, sólo yo escarbo en la basura de la memoria y, por eso, voy teniendo una infancia arrabalera y defectuosa, más arrabalera que defectuosa porque el pasado en sí lo consideramos más un escombro que un error –aunque también-, un espacio del que nadie quiere rescatar nada.
Al fin, yo soy algo “demodé”, que fue lo que me espetó A. el otro día. Le fui a buscar a la otra punta de la ciudad para que me diera dos discos de jazz que -según él- me cambiarían la vida. Aparqué y me acerqué al bar en el que me había citado. Un escaparate enorme. Más o menos ochenta hombres demudados miraban hacia la pared opuesta. Al fondo, serio y demudado también, contra la pared, sobre un pequeño trono de sillas de terraza de plástico, apiladas hasta la próxima primavera, hallábase él, como el heredero extraño de esa grey que, en algún momento, idolatra como un ente propietario de todas las cosas auténticas y honestas y, en otro, aborrece como la masa depositaria de la barbarie más atávica. Le esbocé, en broma, el argumento de que yo era un espíritu demasiado refinado como para permanecer en ese antro. Luego, mientras en la calle otros primates, transmisores de esa liturgia de bajar, en la tarde del domingo, al bar a ver el partido, se metían en ese local ya repleto A. confiesa:
-No sé por qué consideré tan urgente que tuvieras ya estos discos. Creo que fue porque nunca conocí a nadie en esta ciudad que mostrara el menor interés por el jazz y cuando fui un día a tu casa y me pusiste un disco de jazz pensé: si esto le gusta a Bruno tiene que ser algo totalmente demodé.
Siguió hablando, pero yo ya no podía atenderle. ¿Qué ha pasado en mí –pensé- o qué ha pasado en los demás para que algo referente a mí, que objetivamente –sin vanidad- fui, durante algún tiempo, la persona más moderna de esta ciudad, sea automática e indefectiblemente considerado demodé?
7 Comments:
Se nota que lo de demodé debe ser cierto por la saña con que caricaturizas el escenario del encuentro con A. intentando desacreditarle.
Debes considerar que tiene mejor tacto la cena al calor del himno a León con la ficticia escena artística castellano-leonesa en las catedrales del arte neoyorkinas. Eso, y un artículo recuperando a Lorca, en el Diario de León a la vuelta. Eres absolutamente demodé.
Ahora comprendo lo lejos que os queda esa existencia como resistencia de anteriores post.
No resistís la devastación.
escucha a sr chinarro, a astrud y vete a los conciertos de música electrónica del OVNI...y sigue el blog de VLM
como se puede ser moderno reinvindicando a toda la bohemia de salón
mi patria es la infancia,aunque sean unas bragas
De cuando en cuando -a ratos perdidos- entro en NEVERMORE y suelo leer los posts cuyo titular me resulta más sugerente. Por lo general el tono del conjunto me resulta algo deprimente. En primer lugar por que me da la sensación de leer palabras de alguien que no existe, o que quizás quiere hacer cuentas con su existencia, como si llegara al final de algo o buscara la redención final de la cultura.
Hay algo muerto aquí. Espero que te deshagas de ello pronto. No eres demodé estas más allá de esas patrañas esteticistas, pero un poco de silenciamiento del yo no vendría mal. Afectuosamente,
david
la saña va en todas direcciones...la primera a esos nuevayorkers (véanse los post de eso)si yo me reía de eso no lo vindicaba si A. se ofende del escenario ¿acaso lo vindica?
A. sabe que le quiero...
...el estilo de D. denota que lo sigue, o que por lo menos, ahora, lee diarios. Ya escribes también como un bloguero, es decir como un yo, desde un yo. Comprende que un blog que nace sobre el poema de Poe y al cual apadrina un cuervo ha de ser deprimente por necesidad. Existir pareciendo un personaje inexistenete, saldar cuentas con el pasado, redimirse con la literatura... son, han sido y serán los objetivos de esta (yo los adoro como a mi religión -son mi religión, lo que me religa al mundo-). Lo muerto aquí somos nosotros mismos. Homo sapiens, muertos anticipados. No me pidas que me deshaga de ello, escribiendo es lo que estoy haciendo
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